“Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios ...sana todas tus dolencias”
( 103:2-3b).
Uno de los nombres compuestos de Dios en el Antiguo Testamento es Jehovα-Rafa, que significa “Yo soy Jehovα tu sanador” (Exodus 15:26b). Nos sana de toda clase de enfermedades y finalmente nos librarα para siempre de toda enfermedad.
Algunas veces nos sana por medio de los tremendos poderes de recuperaciσn con los que ha dotado a nuestros cuerpos. ιsta es la razσn por la que los doctores dicen con frecuencia: “Casi todo va mejor por la maρana”. A veces nos sana por medio de la medicina y la cirugνa. Dubois, el famoso mιdico francιs, decνa: “El cirujano venda la herida; Dios la sana”. Otras veces nos sana milagrosamente. Lo sabemos porque asν lo afirman los Evangelios y por la experiencia personal.
Sin embargo, no es siempre la voluntad de Dios que sanemos. Si asν fuera, algunos jamαs envejecerνan ni morirνan. Pero tarde o temprano todos moriremos, hasta que el Seρor venga. Dios no quitσ la aflicciσn fνsica de Pablo pero le dio gracia para soportarla (2 Corinthians 12:7-10).
En un sentido general, todas las enfermedades son resultado del pecado. En otras palabras, si nunca se hubiera cometido ningϊn pecado, no habrνa ninguna enfermedad. En ocasiones la enfermedad es resultado directo del pecado en la vida de una persona. Por ejemplo, el alcoholismo en ocasiones provoca enfermedades en el hνgado, fumar a veces produce cαncer, la inmoralidad sexual a menudo causa enfermedades venιreas y la preocupaciσn hace que salgan ϊlceras. Pero no todas las enfermedades son resultado directo del pecado. Satanαs le provocσ a Job serias enfermedades (Job 2:7) y no obstante, Job era el hombre mαs justo de la tierra (Job 1:8; Job 2:3). Hizo que una mujer desconocida fuera afligida con encorvamiento de la columna vertebral por muchos aρos ( 13:11-17), e hizo surgir un aguijσn en la carne de Pablo (2 Corinthians 12:7). En 9:2-3, el pecado pudo no haber sido la causa de que aquel hombre naciera ciego. Epafrodito estaba gravemente enfermo pero no a causa del pecado, sino a causa de su servicio incansable para el Seρor ( 2:30). Gayo estaba espiritualmente sano pero fνsicamente indispuesto (3 John 1:2).
Por ϊltimo, el hecho de no ser sanado no indica necesariamente falta de fe. Solamente cuando Dios nos ha dado una promesa especνfica de que nos sanarα, puede la fe reclamar esa sanidad. De otra manera, debemos encomendarnos a nuestro Seρor vivo y amante y orar que se haga Su voluntad.