the Week of Proper 26 / Ordinary 31
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Daily Devotionals
De día en día
“Manteniendo el brillo espiritual”
(Romans 12:11 parafraseado por Moffatt)
Una de las leyes que opera en el reino fνsico es que las cosas tienden a perder νmpetu, relajarse o apagarse. ιsta no es una afirmaciσn cientνfica acerca de la ley, pero nos da la idea general.
Se nos ha dicho, por ejemplo, que el sol arde a una violenta velocidad y que aunque puede continuar asν por largo tiempo, su tiempo de vida estα declinando.
Los cuerpos se envejecen, mueren y vuelven al polvo. Un pιndulo puesto en movimiento por la mano va cada vez mαs despacio hasta que se detiene. Damos cuerda a un reloj y pronto necesita que se la volvamos a dar. El agua caliente se enfrνa a temperatura ambiente. Los metales pierden su lustre y se oscurecen. Los colores se destiρen. Nada dura indefinidamente y no existe el movimiento perpetuo. El cambio y la decadencia afectan a todo.
El mundo mismo envejece. Hablando de los cielos y la tierra, la Escritura dice: “Ellos perecerαn, mαs tϊ (el Hijo de Dios) permaneces; y todos ellos se envejecerαn como una vestidura, y como un vestido los envolverαs, y serαn mudados; pero tϊ eres el mismo, y tus aρos no acabarαn” (Hebrews 1:11-12).
Desafortunadamente parece haber un principio similar en el reino espiritual. Se cumple en los individuos, iglesias, movimientos e instituciones.
Aun si una persona comienza la vida cristiana brillantemente, siempre estα el peligro de que el celo se apague, que el poder amaine y que la visiσn decaiga. Nos volvemos cansados, indulgentes y frνos.
Podemos afirmar lo mismo de las iglesias. Muchas han comenzado como resultado de un gran movimiento del Espνritu Santo. El fuego continϊa ardiendo brillantemente por aρos, pero luego empieza la decadencia. La iglesia deja su primer amor ( 2:4). La “luna de miel” termina. El fervor evangelνstico da lugar a los servicios rutinarios en el bache de la tradiciσn. Se sacrifica la pureza doctrinal por una unidad indigna. Al final sσlo queda un edificio vacνo, mudo testigo de la gloria que ha partido.
Los movimientos y las instituciones estαn sujetas a la desintegraciσn. Pueden tener un inmenso alcance evangelνstico, pero despuιs se entregan tanto a la obra social que descuidan el Evangelio en su mayor parte. Se da el caso de aquellos que comienzan con el entusiasmo y la espontaneidad del Espνritu, para luego caer en la formalidad y el ritual frνo. Necesitamos protegernos de la decadencia espiritual, y experimentar lo que alguien llama un avivamiento continuo. Necesitamos “mantener el brillo espiritual”.