the Third Week of Advent
Click here to join the effort!
Daily Devotionals
De día en día
“Sin leña se apaga el fuego...”
(Proverbs 26:20).
Dos hombres riρen. Uno lanza una rαfaga iracunda de palabras y el otro le contesta con una rιplica cortante. Uno ataca acaloradamente y el otro contraataca con idιntica vehemencia. Ninguno desea detenerse para que su silencio no se interprete como debilidad o derrota. Y asν el fuego aumenta en intensidad y una oleada de odio va de aquν para allα.
Pero cambiemos el cuadro. Un hombre dirige una descarga verbal a su oponente, pero no recibe fuego a cambio. El primero trata de agravar, irritar, calumniar y avergonzar, pero el otro se niega a unirse a la refriega. Al final el antagonista advierte que estα perdiendo el tiempo, asν que se escabulle refunfuρando y maldiciendo. El fuego se extinguiσ porque el acusado rehusσ aρadirle combustible.
El Dr. H. A. Ironside a menudo se encontraba al final de una reuniσn con personas que deseaban discutir con ιl por algo que habνa dicho. Casi siempre se trataba de espulgar liendres y no de discutir alguna doctrina fundamental. El Dr. Ironside escuchaba pacientemente, luego, cuando el contencioso se detenνa para tomar aliento, decνa: “Bien, hermano, cuando lleguemos al cielo, uno de nosotros estarα equivocado y quizαs ιse serι yo”. Esa respuesta invariablemente liberaba al hermano para atender a otro.
ΏCσmo tomamos nosotros las crνticas? ΏNos defendemos, devolvemos ojo por ojo, dejamos salir todos los pensamientos crνticos que hemos abrigado acerca de la otra persona? O mαs bien decimos con calma: “Hermano, me alegro de que no me conozcas mejor, porque si asν fuera, tendrνas mαs por lo que criticarme”. Respuestas como ιsta han apagado muchos fuegos.
Supongo que la mayorνa de nosotros hemos recibido en alguna ocasiσn una carta bastante explosiva. La reacciσn natural en esta circunstancia es hundir nuestra pluma en αcido y enviar una picante respuesta. Esto alimenta el fuego y muy pronto cartas venenosas corren de aquν para allα. Cuαnto mejor es escribir una simple rιplica: “Querido hermano, si deseas pelear con alguien, por favor, pelea con el diablo”.
La vida es demasiado breve para gastarla en autodefensa, riρendo o discutiendo acaloradamente. Estas cosas nos desvνan de lo que es de primera importancia, reducen nuestro tono espiritual y perjudican nuestro testimonio. Otros pueden llevar la antorcha con la que deliberadamente comenzarαn un fuego, pero nosotros debemos controlar el combustible. Cuando nos negamos a aρadir combustible al fuego, ιste se apaga.